Artículo por P. Carreras
Siempre he sido fanática de Pokémon, desde que un amigo en la primaria me presentó a Pikachu durante una clase en primaria hace ya 20 años, recordando ese momento maravilloso en el que Ash se conformaba con Pikachu al ser el último de su grupo en recibir un Pokémon por quedarse dormido – un momento que ha marcado mi vida y recuerdo con lujo de detalle.
He vivido por todas sus etapas: videojuegos, anime, manga, juguetes y peluches, muchos de éstos adornando las paredes de mi habitación conforme iba creciendo mi colección. Viví la época gloriosa donde todo era Pokémon: desde tazos y taparoscas (que aún conservo) hasta el admirar por televisión el inflable de Pikachu en Nueva York de proporciones monstruosas que flotaba durante el desfile de Día de Gracias en Estados Unidos, que lleva a cabo la empresa Macy’s, el cual hizo su primera aparición en el 2001.
Recuerdo a mi madre alucinándome por mi fanatismo extremo, fui afortunada al tener una fiesta de cumpleaños dedicada a la rata amarilla. En el colegio, compraba papas en montón exclusivamente por los tazos hasta el grado que me hice famosa entre los niños de prepa quienes ya solo me esperaban en el recreo para recibir las botanas gratis y darme los tazos.
Encontré a mis amistades más cercanas, que aún conservo al día de hoy, gracias a que compartíamos el mismo gusto por esos 151 monstruos de bolsillo.
Después, vino lo que yo llamo la “Gran Depresión Pokémon”, donde toda persona ya había quedado asqueada del tema, llegaron nuevas caricaturas a cautivar la atención de las jóvenes generaciones, pasando completamente a un segundo plano, donde entrar a una juguetería y cruzarse en el camino de una figura Pokémon era prácticamente imposible, el anime pasó a ser una caricatura que sólo salía al aire una vez a la semana los sábados en Cartoon Network como “retro”.
Recuerdo éste gran momento por que fue cuando el único Centro Pokémon en América, ubicado en Nueva York dentro de Rockefeller Plaza, hizo su transformación a Mundo Nintendo (ahora conocido como Nintendo Nueva York) mientras que en Japón aún siguen los Centros Pokémon originales.
Mi fanatismo por Pokémon no disminuyó, pero pasó también por una etapa en la que declarar que te gustaba era objetivo de burlas y comentarios desagradables, hasta el punto que ya mejor decidí ocultar mi gusto para el público general y solo mencionarlo dentro de mi grupo de amistades.
Pokémon sufrió un cambio, pasó de ser juego viral y popular a dedicarse a una serie de culto, donde para encontrar gente con el mismo gusto debía ser buscado en las entrañas del internet y fórums especializados.
Pokémon es una serie que nunca ha sufrido por falta de fans, al contrario, es gente que se ha mantenido fiel a la serie desde sus comienzos y coleccionado seguidores más jóvenes con el paso del tiempo quienes compran todo juego que sale en venta sin dudarlo, aprendiéndose los nombres de los nuevos monstruos con singular alegría con cada nueva generación. Hemos visto el crecimiento de los Campeonatos Mundiales de Videojuegos y el Campeonato Mundial de Cartas Coleccionables, quienes han llegado a tamaños considerables en asistencia, a tal grado, que éste año ya se prohibió el acceso a visitantes, cerrándolo exclusivamente a participantes y un solo padre de familia, si es que el jugador era menor de edad.
Uno de los grandes daños que me hizo mi madre, que bromeo con ella, fue regalarme cuando tenía 10 años unas figuritas coleccionables de Pokémon llamadas Audley Tomy, ahora conocidas como Tomy.
De todas mis posesiones de Pokémon, éstas eran (y son) para mi las más valiosas, conforme pasaban los años mis ganas por tener toda la colección de éstas figuras estuvo latente, no fue hasta que cumplí los 20 años de edad que finalmente decidí ser valiente y comenzar nuevamente a coleccionarlas haciendo mi primer adquisición en una popular página de compra/venta en línea, hace ya 7 años.
En una historia que contaré en otra ocasión, logré completar de 28 figuras que tenía originalmente, las 151 figuras. Desde que hice mi primer compra ese día, me tardé exactamente un año – importando figuras directante de Japón, Holanda y hasta Singapur.
Inclusive, al encontrarme en proceso de mudanza y no querer perder mi inversión, las hacía llegar a casa de mi novio – donde mi suegra me pedía abriera mi paquete frente a ella para ver mi cara cuando abría las figuras por que le daba mucha risa la emoción que me causaban.
Es importante notar que he tenido muchas obsesiones en mi vida, colecciones interminables que he comenzado y luego dejé por aburrimiento, pero Pokémon ha sido el único constante en mi vida cuyo cariño nunca ha tambaleado.
Muchos fanáticos se sienten traicionados por la llegada de Pokémon GO, donde “viejos” fans hacen su entrada, cantando a los cuatro vientos que siempre les ha gustado, pero casualmente no recuerdan el nombre de ese pescadito naranja que chapotea sobre el agua (si, Magikarp).
No cabe duda que se siente extraño que Pokémon haya resurgido entre las cenizas populares, donde de un momento a otro, ocultaba mi fanatismo para no ser criticada por infantil excepto en grupos cercanos con el mismo gusto y al siguiente, camino entre personas que su conversación normal incluye Pokémon y un café.
Sin embargo, también considero es extremadamente divertido compartir algo que siempre he amado con gente que antes no lo consideraba ni remotamente curioso, obviamente, he terminado siendo el librito de consejos cuando alguien tiene dudas de algún Pokémon.
No sólo ha sido un juego que ha creado nuevos fans a la serie, sino que también ha convertido una actividad famosa por crear “gente de sillón” (los videojuegos) en gente que tiene la obligación de hacer algún tipo de actividad física y hasta admirar pinturas, esculturas o arte en las calles que antes hubiera ignorado solo para obtener cosas gratis en el juego.
Es una actividad que me ha hecho más cercana a otras amistades y creado nuevas en el trayecto debido a la interacción en lugares clave para jugar.
Pokemon GO ha venido a abrir puertas para todos – nuevos y viejos jugadores. Eventualmente la fiebre bajará, como todo juego, llegará un momento que una nueva aplicación lo destronará. No sabemos cuándo ni dónde, pero queda claro que Nintendo tuvo un gran acierto al traer éste tipo de juegos a una consola portátil que es para todos: el smartphone, a diferencia del 3DS que era exclusivamente para gente más comprometida. Tengan en cuenta que el celular da acceso a jugadores más casuales y no le quita peso a lo demás. Se los dice alguien que crío 9 cajas de Charmander para obtener un Charizard Shiny en Pokémon Y.
Mientras tanto, la gente fanática a Pokémon siempre lo será y nada mejor que nos beneficie para creación de nuevo contenido que aumento en popularidad, contando los días restantes para la salida de Sun y Moon mientras seguimos viendo perder a Ash (aunque en el fondo de nuestros corazones seguimos teniendo fe, ¿o no?).